Desconectar

Hacía tiempo que no sentía la necesidad de desconectar. Por primera vez en cuatro años hasta sentí necesidad de desconectar del teatro. Ayer no pude más. Probablemente no fue ni el momento ni la hora ni el día. Tampoco había tenido una semana tan mala. Para desconectar no hace falta tener un mal día. A veces estamos tan entretenidos en tantas cosas que uno se olvida de sí mismo y tiene necesidad de reencontrarse.

Con este objetivo hoy me he perdido por caminos de tierra, piedras y barro. Durante mi trayecto no he visto a nadie. Ni era mi intención hacerlo.

He conectado con la naturaleza. Me he descalzado y, a cada paso, sentía la naturaleza con toda su fuerza: las piedras, el barro, la hierba, la lluvia... Seguía el olor a bosque, a tierra mojada. Sentía la lluvia fina, el silencio, la nada...

Cuanto más caminaba más me alejaba del mundo. Entonces he parado. No pensaba en nada. Respiraba profundamente. Vaciaba mi mente. Lo necesitaba.

Ya de regreso, con la mente vacía, me he reencontrado a mí mismo y, por el camino, dialogaba con mi alma.