El lunes sentí la necesidad de parar el reloj y, sin planearlo demasiado, estaba con los brazos abiertos mirando al cielo que cubría mi valle favorito. Hacía tiempo que no me sentía tan libre. Y, como siempre, allí estabas tú, a mi lado, aunque caminando un poco más rápido. Yo estaba demasiado entretenido en vaciar mis pensamientos y en el paisaje.
El lunes sentí la necesidad de parar el reloj y, sin planearlo demasiado, estaba con los brazos abiertos mirando al cielo que cubría mi valle favorito. Hacía tiempo que no me sentía tan libre. Y, como siempre, allí estabas tú, a mi lado, aunque caminando un poco más rápido. Yo estaba demasiado entretenido en vaciar mis pensamientos y en el paisaje.
Ya en el bosque nos tumbamos para soñar despiertos mientras nos cogíamos de la mano. Te conté tantas cosas puse patas arriba mi vida. Y tú la tuya, cuando tuviste la valentía de sacar ese reloj que paraste un día y lo lanzaste hacia la nada, como quien empieza una nueva vida. Siempre recordaré este gesto y este día. Nos abrazamos como nunca y hasta lloré. Pero no se si te diste cuenta, porque estaba oscuro. Mientras nos hablábamos podía escuchar ese corazón que guarda tantas y tantas cosas que hay por descubrir y por dejar atrás.
Al volver a casa busqué mi reloj. Aunque te parezca increíble, yo también paré varios relojes. Pero no he tenido la valentía de deshacerme de ellos. Necesitaré tu ayuda.
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